Una película que aparenta una elocuente tensión desde la simpleza narrativa, por medio de la típica historia de un policía y la mafia; vive con nosotros de que va esta aventura de la Berlinale 73.
Por Mauricio Orozco para APUNTESdeCINE
Casi siempre asociamos el cine de acción y el policiaco con los Estados Unidos, esto por su larga historia y grandes referentes que se han vuelto icónicos a lo largo de los años. Sin embargo a lo largo del mundo tenemos grandes películas que han usado el género desde la apropiación adaptándolo a su contexto y generando historias que reflejan una cultura y sus problemáticas.
El cine tiene la ventaja de que cada quien le aborda desde principios muy propios, no siempre desde la vinculación cultural, pero en ocasiones sí. Tal como el caso de Andrea Di Stefano, un director con una breve filmografía, pero muy llamativa que se desarrolla con una propuesta innovadora sobre el cine policiaco. “L’ última Notte di Amore” (2023) es su más reciente producción, la cual tuvo una gala especial dentro del marco de la edición número 73 de la BERLINALE (Festival Internacional de Cine de Berlín).
Una película que aparenta una elocuente tensión desde la simpleza narrativa, por medio de la típica historia de un policía y la mafia, el último encuentro antes de su jubilación en donde todo se sale de control y debe enfrentarse tanto a la justicia como a los criminales. Un hombre que ha traicionado todos sus principios de último momento sin una necesidad completamente clara y cambiante que se convierte de justiciero a maleante, un peón que ha sido engatusado.
Sin embargo la simpleza de su historia es bien aprovechada y sustentada por la propuesta técnica y formal, en donde la dirección hace de esta cinta una emocionante experiencia en donde paulatinamente desarrolla un aumento, manteniendo al espectador al borde, sin embargo es tanta su simpleza y es tan común su relato, que cae en lo predecible y la fórmula técnica no es suficiente para generar innovación, quedando en un mero espectáculo, una montaña rusa de feria, que se agradece, pero deja la sensación de un faltante, una pieza extra de adrenalina que nos otorgué el golpe final.
Algo que me parece admirable es la hazaña con la que la cámara deambula sutilmente desde una propuesta estética que sugiere aquello que la historia no te da, la fotografía se da lujos que en ocasiones llegan a lo gratuito, pero en la mayoría de los casos cumplen las expectativas de entretener y llevar emocionalmente al espectador al disfrute.
Desde mi perspectiva es una película que busca lo masivo, tal como los trabajos previos del director, y que creo que induce a un entretenimiento muy complaciente en donde los malos obtienen su merecido, dejando al bueno ser bueno hasta el final, decantándose por la salida sencilla, cuando se notaba que había decisiones que podían generar giros más propositivos sin soltarse de la idea nuclear.