• 2024-07-26 21:03

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Cuando se caen los ídolos, TÁR de Field

Cuando se caen los ídolos, TÁR de Field

TÁR de Todd Field con una inmaculada Cate Blanchett, estrena esta semana, una historia contra la idealización de los ídolos

Cada que nace una estrella de verdad potente, suele olvidar los valores que la llevaron al éxito, desde la palabra de moda, la humildad, o incluso el dejar atrás los ideales o enseñanzas que hicieron que su camino al llamado “éxito”, fuera una acumulación de sinsabores, siempre con la premisa de “Yo no seré igual que perengano o mengano”, pero al final, parece que todos los valores e ideales, se van a la basura, cuando se comienza a tener unas gotas de fama, pero ante todo prestigio.

Lo popular suele ser la prima puta del prestigio, reza algún dicho en algunas culturas, sobre todo en estos tiempos que estamos rodeados de personajes sin talento alguno, eso si, llenos de “likes, follows, reacciones” et al, pero el prestigio, en apariencia, debería estar limpio de estos vicios del posmodernismo, o es algo que sugiriera ser así, sin embargo, en múltiples áreas de la vida, sea en la medicina, abogacía, prensa; en todas partes, los entes que cuentan con talento y por ende, prestigio, suelen caer en una burbuja, no solo de su propio autorrespeto, sino que al ser seres tan preciados, mucha gente que aspira a ser como ellos, cae en actos donde su propia dignidad puede quedar de lado, todo por tal de ser, o al menos, emular en alguna gracia, al talento de su maestro.

Lydia Tár (C. Blanchett) no solo es un “maestro” en el campo musical, sus obras y triunfos, en prácticamente, todas las aristas que ofrece el campo de la composición musical, la hacen ser una de las diosas del arte moderno, mismo poder que la hacen una autoridad casi incuestionable en sus métodos.

Representando dignamente a una minoría como lo es el ser parte de la comunidad LGBT, incluso con su propia hija adoptiva, Tár, parece ser el ejemplo perfecto de lo que es mantener los “pies en la Tierra”, pese a su incuestionable don musical, no obstante, cuando cae en una riña “woke”, sobre la naturaleza musical y orígenes de Bach, parece que su suerte inmaculada comienza a ser mancillada, no solo siendo presa de la cultura de la cancelación actual, sino que además, mostrando que no es precisamente el ente divino que ella supone, al exhibir sus falencias morales, trato casi tirano, que reciben muchos de los miembros de la filamórnica de Berlín, que dirige y que tiene además, a su pareja sentimental como parte del grupo.

¿Lydia Tár logrará salir avante de este castigo social?
Por una parte, regresando a que este texto, es realmente la crítica de una película, no podemos más que agradecer que Todd Field regresará avante de su autoexilio, pero es que cuando tienes a una actriz como Cate Blanchett al comando de tu elenco, el resultado no podría ser otro, ciertamente con mucha frialdad y poca emoción en las actuaciones, pero al ojo más sutil, retomando el tema de inicio, creo que le parecerá bastante incomoda toda la cinta, al recordar estas premisas.

¿El prestigio nos da derecho de ser unos idiotas?
La respuesta debe ser muy obvia, no, por supuesto que no lo da, pero el hecho de que Lydia Tár o Lilian, según avancemos en el filme, vea como sus valores han sido degradados, será motivo más que suficiente para poder derrotar su aparente perfección, incluso cayendo ante la batalla de la nueva doctrina de la “hipocresía moral”, de la que parece ser que toda una nueva generación que ha pervertido la libertad que tiene la conectividad y relativa facilidad de adquirir conocimiento, los temas “woke” no serán algo que se tome a la ligera, pero también nos hacen suponer si realmente no estamos siendo víctimas de nuestra propia “pureza moral” que ahora mucha gente ha sido “bendecida”, sobre todo en el fenómeno de redes sociales, que citando a Umberto Eco, el internet realmente esta lleno de una generación de idiotas, pero que inconscientemente, todos ya somos parte de ella.

Lydia Tár es solo un ejemplo de esos dioses que caen, pero sea cual sea la razón, es solo otra muestra de que el poder corrompe, que el llegar a estas alturas, por supuesto que hace perder el piso a cualquiera, somos humanos, pero lo curioso es, como Lilian sufre esa transformación en Lydia, olvidando todos los valores con los que creció, mismos que vuelven a su vista, con el fracaso torturando su alma.

En una época en donde tener moral, parece ser un sinónimo de ser idiota, pero la que también, el buscar la perfección, parece ser un indicio de buscar hacer “sufrir” a un grupo de personas, Todd Field regresa en grande, dejando términos tan burdos como “generación de cristal” o “generación de cemento” en el aire, pero quisiera pensar que su nueva cinta TÁR, es más bien, un manual de las consecuencias de portarte como un idiota, además de como aprender a lidiar con ellos, todos los premios que vengan de esta cinta, esperemos sean no solo para consolidar la actuación de Blanchett, sino para que de una vez por todas, aprendamos que no hay nada más venenoso que los “ismos”, mismos que fueron la guillotina de TÁR.

por Felipe de Jesus Flores Sanchez

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