Los palestinos en la asediada Franja de Gaza trataban de buscar lugares seguros este miércoles, mientras los ataques israelíes arrasaron vecindarios enteros, los hospitales se quedaban sin suministros en medio de una guerra provocada por la letal incursión masiva de insurgentes de Hamás en Israel el pasado fin de semana.
En tanto, el Ministerio de Energía de Gaza informó que su central eléctrica cierra tras quedarse sin combustible por bloqueo israelí.
Los ataques aéreos redujeron cuadras enteras a escombros en el pequeño enclave costero y dejaron un número desconocido de cadáveres bajo los montones de escombros. Los bombardeos continuaron a pesar de que se cree que los insurgentes de Hamás tienen como rehenes a unas 150 personas, entre ellos soldados, hombres, mujeres, niños y adultos mayores.
Israel ha prometido una ofensiva sin precedentes contra el grupo que gobierna la Franja luego de que sus combatientes atravesaron la valla fronteriza e irrumpieron en el sur del país, abatiendo a civiles en sus casas, en las calles y en un multitudinario festival de música al aire libre.
Desde entonces, los insurgentes han seguido disparando proyectiles hacia Israel, incluyendo una nueva andanada que alcanzó la localidad de Ashkelon, en el sur del país, el miércoles.
Se espera que la guerra, que se ha cobrado al menos 2 mil 200 vidas en ambos bandos, se recrudezca y empeore la miseria de quienes viven en Gaza, donde los productos de primera necesidad y la electricidad ya escaseaban.
Tras el ataque, Israel ha impedido la entrada de alimentos, combustible y medicamentos al territorio —una franja de 40 kilómetros de largo encajada entre Israel, Egipto y el mar Mediterráneo— donde viven 2.3 millones de personas. El único paso fronterizo que se mantenía desde Egipto cerró el martes luego de que se registraron ataques aéreos en las inmediaciones.
Los gazatíes abarrotan las escuelas de Naciones Unidas y el número de barrios seguros es cada vez menor. Los grupos humanitarios pidieron la creación de corredores para llevar ayuda a Gaza y advirtieron que los hospitales, desbordados por los heridos, se estaban quedando sin suministros.
“Ahora mismo no hay ningún lugar seguro en Gaza”, dijo el periodista Hasan Jabar luego de la muerte de tres reporteros palestinos en un bombardeo sobre un céntrico vecindario en el que había ministerios, oficinas de medios de comunicación y hoteles. “Temo de verdad por mi vida”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que los suministros almacenados de forma preventiva para siete hospitales de Gaza se han agotado debido a la avalancha de heridos. El director de Médicos Sin Fronteras afirmó que en dos hospitales se estaban agotando el material quirúrgico, los antibióticos y el combustible, además de otros suministros.
En uno, “hemos gastado en tres días las existencias de emergencia para tres semanas, en parte debido a la llegada de 50 pacientes a la vez”, dijo Matthias Kannes, jefe de la misión de la ONG en Gaza. Por su parte, el mayor hospital de Gaza, Al-Shifa, tiene apenas combustible para tres días, añadió.
Israel ha llamado a filas a 360 mil reservistas y parece cada vez más probable que lance una ofensiva terrestre sobre Gaza, con su gobierno sometido a una intensa presión pública para derrocar a Hamás, que gobierna el territorio desde 2007. En el pasado, ese objetivo se consideraba inalcanzable porque exigiría una reocupación de la Franja, al menos temporal.
“No permitiremos una realidad en la que se asesina a los niños israelíes”, dijo el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, en un encuentro con soldados cerca de la frontera sur el martes. “He quitado todas las restricciones: eliminaremos a cualquiera que luche contra nosotros y utilizaremos todas las medidas a nuestro alcance”.
El martes por la noche, los ataques aéreos israelíes alcanzaron la vivienda familiar de Mohammad Deif, el esquivo líder militar del ala militar del grupo insurgente. En el operativo en la localidad sureña de Jan Yunis fallecieron el padre, el hermano y al menos otros dos familiares de Deif, confirmó Bassem Naim, un alto cargo de la milicia a The Associated Press.
En una nueva táctica, Israel advierte a la población civil para que desalojen los vecindarios enteros —y no edificios individuales— antes de arrasarlos en lo que podría ser el preludio de un operativo terrestre.
“El objetivo para esta guerra es terminarla de manera muy distinta a los episodios anteriores de violencia. Debe haber una clara victoria”, dijo Chuck Freilich, exasesor de seguridad nacional israelí. “Lo que tenga que hacerse para cambiar fundamentalmente la situación, tendrá que hacerse”.
Por su parte, Hamás dice que está preparado para cualquier eventualidad, incluyendo una masiva respuesta israelí. La desesperación ha crecido entre los palestinos, muchos de los cuales no ven nada que perder bajo la ocupación israelí, los asentamientos en Cisjordania, lo 16 años de bloqueo de Gaza y lo que consideran la apatía mundial.
De acuerdo con el Ejército israelí, más de mil 200 personas, incluyendo 155 soldados, fueron asesinadas en Israel, una cifra nunca vista desde la Guerra del Yom Kipur de 1973 con Egipto y Siria, que duró semanas. En Gaza han muerto mil 055 personas, según las autoridades de la zona. Israel dice que entre esas víctimas hay cientos de combatientes de Hamás. En ambos bandos hay miles de heridos.
En territorio israelí se han encontrado los cadáveres de unos mil 500 milicianos de Hamás, explicó el Ejército. No estaba claro si esas cifras se solapaban con los decesos reportados por las autoridades palestinas.
En Gaza, más de 250 MIL personas han huido de sus hogares, según la ONU, el mayor éxodo desde que una ofensiva aérea y terrestre israelí desplazó a unas 400 mil personas en 2014. La gran mayoría se refugia en escuelas gestionadas por la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Los daños en tres instalaciones de agua y saneamiento han dejado sin servicio a unas 400 mil personas, apuntó la ONU.
En el sur de Israel, decenas de miles de personas han sido evacuadas desde el domingo.
Con información de LATINUS.